Al tener contacto físico con nuestros hijos se desencadena una serie de mecanismos fisiológicos que contribuyen a mejorar el estado de ánimo, la salud física y emocional.
A continuación, se enumeran algunos de los beneficios del contacto físico a lo largo de la crianza de nuestros hijos:
- Disminuir y gestionar la ansiedad y el estrés
- Mejorar las relaciones sociales y comunicativas
- Mejorar el estado de ánimo en general
- Reducir la percepción del dolor
- Mejorar los procesos de aprendizaje
- Reforzar la autoestima y la motivación.
Los besos y los abrazos con nuestros hijos brindan cercanía y protección. Esto permite desarrollar una cercanía más profunda y abona a reforzar la comunicación con ellos para etapas como la pre adolescencia y la adolescencia, en las cuales los hijos tienden a establecer distancia emocional y física con los padres.
El contacto físico con nuestros hijos, debe entenderse como una comunicación no verbal que transmite mucho del cómo están nuestros hijos y también de cómo estamos nosotros.
Es importante mencionar que no se debe obligar a los niños de cualquier edad a ser expresivos a través de la demostración física. Cada niña o niño tiene su propia personalidad y sus tiempos para dar y recibir afecto a través del contacto físico. Y no todos los niños ni todos los adultos se sienten cómodos con las demostraciones de afecto físicas.
El contacto físico debe darse de forma natural, para enseñar al niño que el afecto físico es desinteresado y que darlo no implica nada a cambio. Al hacerlo de esta manera, los niños interiorizan y comprenden que el contacto físico siempre debe ser producto de una confianza y consentimiento mutuo.